jueves, noviembre 27, 2008

En Chapala

Otra buena fue cuando regresamos en la noche a la casa de los aleluyos y por fin el wero, que fue el que nos habia invitado, se digno a salir a saludarnos. Venia hasta la madre de pedo, vistiendo un pantalon rosa...digo, durazno. Traia el trasero manchado de sangre, porque "segun el" habia ido a montar a caballo y se habia rosado la colita. A lo cual nos advirtio que !POR FAVOR! no lo fueramos a nalgear. !Como si nosotros acostumbraramos a ponernos pedos y darnos de nalgadas! Por pendejo lo agarramos a nalgadas y desde ahi que parece mandril.

martes, mayo 27, 2008

Un Grito Desesperado... En Chapala 2

Despertamos de un salto, abrí los ojos y todavía era de noche. Desconcertado pregunte ¿Qué pasó? Recibí una respuesta de Yuval que decía ¡Vamonos! ¿A dónde? Preguntamos José y Yo, la única respuesta que recibimos fue la puerta del carro cerrándose.

Bajamos rápido del carro, no tan rápido como para evitar que Yuval se estampara en la puerta de la cochera, ya que salió corriendo y en su desesperación por abrirla no se dio cuenta que la puerta se abría para afuera, quiso empujarla y obvio que nunca iba a abrir. Salió rebotado como si lo hubieran atropellado.

Fuimos a levantar a Yuval, le abrimos la puerta y entró corriendo por el jardín, el pasto estaba mojado porque había estado lloviendo toda la noche, pasó lo que todos temíamos, se resbaló y calló de espaldas. Después de un momento de estar tendido en el pasto fui a levantarlo, pero antes de darle la mano le pregunte que es lo que le pasaba (le dije ¿Que pedo, que traes carbón?), y el respondió “Si es cierto que pendejo ¿Que estoy haciendo aquí?”, pensé que en lo de pendejo tenia bastante razón, pero seguíamos sin saber que demonios le pasaba.

Cuando llegó a la puerta principal, donde estaba la banca en la que pasamos toda la noche pisteando, volteo con una cara de angustia que me hizo pensar que se iba a morir y me dijo “Me estoy cagando”. No pude evitar reírme de su desgracia, pero a pesar de todo tenia que ayudarlo. Toque la puerta, creo que a Yuval no le pareció mi forma de tocar y me dijo que tocara mas fuerte, hice caso, para nuestra buena suerte el que se despertó fue el señor Wevas, lo malo es que en lugar de abrir se puso a hacernos “chatos” por la puerta (la puerta era de vidrio así que se podía ver de afuera hacia adentro y viceversa). Yuval le grito que le abriera porque si no iba a suceder una desgracia, Wevas se compadeció de esa cara de sufrimiento y así fue como Yuval pudo salvar a su intestino.

Cerca de una congestión, mentadas y birria.

Ya había amanecido cuando Yuval salió del baño, tenia la cara de una persona que había vuelto a nacer y dijo “me voy a dormir al carro” yo no quería regresar al carro pues iba a estar bastante incomodo, así que mejor me quedé dormido en la banca, José se quedó conmigo, pero el no durmió el se dedico a seguir pisteando.

Desperté después de un rato, al abrir los ojos lo primero que advertí fue la cara del Cholo, que miedo sentí, por un momento pensé que había caído a los separos de la procu. Cuando me tranquilice un poco me di cuenta de que seguía en Chapala y que todavía tenía mi cartera. Al principio no observe, pero José seguía tomando, esto era realmente un record inclusive para el mismo.

El señor de los bañillos, o sea Yuval despertó y lo primero que dijo fue vamonos de aquí, las primeras palabras congruentes que le escuchaba decir desde la noche.

Partimos sin ningún rumbo fijo, solo queríamos irnos de ahí, íbamos en camino a ninguna parte cuando recordamos que era Domingo y que iban a jugar las Chivas así que decidimos parar en un bar tipo lounge, al no encontrarlo hicimos escala en una cantina de hombres machos varoniles (palabras del negro). José seguía sobrio (o por lo menos eso aparentaba), fue a la barra y encargo 3 caguamas.

Corría el primer tiempo, el marcador era CHIVAS 0 – 0 Celaya, al terminar la primera mitad José decidió ir a dormir al carro, antes de partir dijo unas palabras: “Va a meter gol Joel Sánchez” después de eso se fue.

Comenzó el segundo tiempo, las palabras de José se hicieron realidad, gol de Joel Sánchez, no pude ocultar mi emoción así que fui al carro a avisar a José, al llegar al carro vi a José sudando y un poco pálido, nada para alarmarse. El partido transcurrió con goles, al final el partido termino 3 – 2 a favor de las Chivas, para el tercer gol Yuval fue el encargado de ir a avisar a nuestro compañero caído, cuando volvió me dijo: “Wey, el Jose se ve mal” pagamos la cuenta y fuimos a verlo. La palabra transparente era obscura para describir el color que José tenia en ese momento. Lo despertamos y al ver que todavía seguía con vida proseguimos nuestro camino, no sin antes ir a comprarle un "Gueitorei". Esa fue la ultima vez que le dijimos que tomara moderadamente.

No teníamos lugar a donde ir, era 15 de Septiembre, y nos faltaba un miembro (del equipo), manejando llegamos a Jocotepec lugar famoso por sus nieves, para ese momento el medio de transporte iba muy caliente así que pasamos a una tienda a comprar un galón de agua para el carro.

A esta altura Yuval y Yo ya estábamos teniendo un poco de diferencias, aun así seguimos el camino, el carro llego a un punto en el que no podía estar mas caliente así que nos orillamos, nos bajamos, abrimos el cofre como si alguno de los dos supiera algo de mecánica. Al no encontrar ninguna solución decidimos ponerle hielos arriba del motor ¡Eso es todo que listos somos¡ pensamos.

Mientras el motor se enfriaba seguíamos conversando acerca de “Los Aleluyos”, después de conversar pasamos a discutir, después de discutir pasamos a gritar, después de gritar pasamos a mentarnos la madre, después de mentarnos la madre seguía darnos unos madrazos, no pasó a mayores porque a Yuval le dio miedo y no lo culpo (jajaja).

Todo volvió a la normalidad y teníamos que seguir, no sin antes echarle agua al radiador, cual fue la sorpresa que cuando tomamos el galón de agua PARA EL CARRO estaba a la mitad, así es José despertó y se tomo la mitad. Mientras Yuval y Yo teníamos un duelo a muerte en la carretera el señoriíto José despertó con sed y se tomo la mitad del agua. Por lo menos ya sabíamos que seguía vivo.

Llegamos a Sahuayo, Michoacán, paramos en un mercado a comer la mejor birria del mundo, según las palabras de José que ya había despertado. No era la mejor birria pero a mi me supo a gloria.

Antes de anochecer regresamos a Chapala, no queríamos volver a la casa de la novia de Alex, por eso mejor llegamos directo al malecón y nos pusimos a pistear, para variarle un poco. Regresamos a donde no queríamos llegar, pero esta vez nos quedamos afuera en la calle. La bardita estaba afuera en la calle pisteando, como lo acostumbrábamos hacer en la cuadra.

Fue un buen viaje a pesar de todo.

Emmanuel.

sábado, mayo 24, 2008

Un Grito Desesperado... En Chapala

Todo comenzó cuando Alex, el Wero y el Wevas se unieron a un grupo religioso (no se si era una secta) llamado los aleluyos, fue un tiempo donde los tres se daban de latigazos en la espalda por haber dicho una grosería, iban al templo diario y se bañaban con agua bendita. Pero no todo era tan malo, Alex se hizo una novia dentro de ese grupo.

A partir de ahí es donde comienza la verdadera historia; resulta que la ex-novia de Alex tiene mucha solvencia económica (no como la mía, pero se acerca) y los padres de esa dichosa señorita tenían (o tienen) una casa en Chapala, se aproximaba el 15 de Septiembre la cual es una fecha para ingerir mucho alcohol. Los “aleluyos” tenían planeado dar el grito en esa casa de Chapala. Todos estaban invitados, excepto los no-aleluyos y dentro de ese grupo nos encontrábamos algunos miembros de la bardita, para ser específico, José, Yuval y Yo, se preguntarán ¿Como es que fuimos si no estábamos invitados? La respuesta es sencilla: El Wero. Sí, el wero nos invitó, ya saben que a él no se le da eso de invitar personas a fiestas que no son suyas, gracias Wero.

Era 14 de Septiembre y todos partieron desde temprano, nosotros (Yuval, José y Yo) salimos después porque José trabajaba ese día, nos fuimos en el Cavalier, que después pasó a ser Cavalif (siendo antes el Cavalie) y después fue “el carro volador” (pero, esa es otra historia), que por cierto el carro estaba fallando, pero ese no fue pretexto y salimos rumbo a nuestro destino: Chapala.

Todo pintaba para ser un excelente viaje, pasamos a comprar cervezas en un expendio de Rafael Sanzio, porque no podíamos llegar con las manos vacías, además queríamos pistear en el camino. Íbamos preparados con todo, teníamos música (muy buena por cierto), pisto, cigarros, nada faltaba excepto un lugar donde dormir (chan chan chan).

Llegamos a Chapala antes de que cayera el sol, hasta nos dimos el lujo de bajarnos en el malecón a caminar, de hecho el verdadero motivo de esa escala era bajarnos a hacer del baño porque todavía no encontrábamos la casa, llegamos donde antes estaban los embarcaderos, que ahora solo hay escaleras que bajan a la tierra, el lugar perfecto para orinar sin que nadie te vea, Yuval nuestro “guía” bajó primero y comentó, “no bajen más porque aquí la gente viene a cagar”, claro que él ya estaba hasta abajo haciendo angelitos en la arena, así que José y yo decidimos hacer desde las escaleras, terminamos y subimos de nuevo al malecón, pero cual fue nuestra sorpresa que cuando Yuval subió tenía su chancla llena “lodo” (véase “Te vendo un pato y pásame el resistol. El viaje que no fue mi viaje” en mochileros primera parte.), las risas no se hicieron esperar, obvio no eran risas de Yuval. Se limpio su chancla, sin dejar de hacer los panchos que todos le conocemos y volvimos al carro para seguir en la búsqueda de la casa.

Antes de llegar a la casa veníamos diciéndole al José que no pisteara tan rápido, que se la llevara tranquila, porque íbamos a una casa ajena y no queríamos incomodar en lo más mínimo.

Después de darle dos vueltas a todo Chapala por fin dimos con la casa, llegamos a tierra prometida…

Bajamos del carro con la hielera, la metimos a la cocina, y ahora sí a disfrutar de la calidez humana que solo los aleluyos pueden dar (fue sarcasmo).

En vista de lo “bien recibidos” que fuimos en la casa optamos por no molestar a nadie e irnos a sentar afuera, en una banca muy cómoda, sacamos nuestras cervezas y nos dedicamos a lo que mejor sabemos hacer, pistear.

El tiempo trascurría y nosotros seguíamos pisteando, esperando a que algún aleluyo nos dijera “pasen, ustedes son bienvenidos”, claro que eso nunca sucedió, pero en cambio el buen Wevas se unió a nosotros. De Alex y del Wero no se sabia nada, por fin después de unas cuantas horas salió Alex y nos vio con cara de sorprendido, era obvio porque él nunca nos invitó, sin saber bien que hacer se sentó con nosotros, minutos después salió la dueña de sus quincenas con una cara de pocos amigos y lo regañó enfrente de todos nosotros. Alex intento disimular la situación diciéndole “Yola, ellos son mis amigos” claro que a Yola no le causó mucha gracia tener a tres colados en su bella casa así que solo se limito a decir “Ah hola” y se metió. Minutos (segundos) después Alex también se metió, creo que fue la ultima vez que lo vi.

Se preguntaran ¿Dónde estaba el Wero? Nosotros también nos preguntábamos lo mismo puesto que el fue el que nos invito. Nos enteramos de que estaba encerrado en un cuarto con una señorita, quiero hacer mención de que el Wero presumía que esa mujer era una modelo y que estaba como quería, hay de gustos a gustos, pero la verdad es que esa modelo parecía hombre, y un hombre feo. Es por eso que fue bautizada en la bardita como “El Vato”.

Pasaban las horas y seguíamos los tres sentados en la misma banca, en ocasiones el Wevas se unía a nosotros y después se iba a convivir con los Aleluyos. No recuerdo la hora, pero se que ya era de noche cuando llegaron el Cholo y Gris, dentro de mí sentí un alivio, porque yo pensé que ellos también venían de colados hasta que recordé que el Cholo era cuñado de “Yola”, pero en fin ellos nos iban a hacer compañía y así fue.

Lo sorprendente de todo es que, José para esta hora ya debería de haber estado en un nivel etílico bastante elevado (o sea bien pedo), pero para la sorpresa de todos estaba bastante sobrio, nos alegramos de eso.

La noche llegó a su fin, todos se empezaron a ir a dormir hasta que nos quedamos solos y alguien cerró la puerta principal, nos quedamos solos y afuera, en ese momento mi disgusto había crecido exponencialmente (un chingo) y comencé a maldecir a todos los que estaban dentro de esa casa (sí, a todos), Yuval y José intentaron calmarme sin ningún éxito porque dentro de mi seguía maldiciendo a todos. Decidimos dormir en el carro, donde tuvimos una platica sobre los Aleluyos, claro que yo era el mas ardilla de los tres, pero en fin ya estábamos ahí y teníamos que resignarnos.

Era una noche lluviosa y no podía dormir porque tenia la ventana abierta y me estaba callendo agua y estaba bastante incomodo, pero por fin lo había logrado, me dormí, no por mucho tiempo porque Yuval nos despertó con un grito desesperado: “¡Ya a la chingada!”…

Continuara…

Emmanuel